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Home Actualidad ¿Expulsado y cesado el accitano canónigo organista titular de la catedral de León por tener discapacidad en una mano?

¿Expulsado y cesado el accitano canónigo organista titular de la catedral de León por tener discapacidad en una mano?

Por Redacción
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Francisco Javier Jiménez Martínez sacerdote accitano, relata cómo ha sufrido un “delito de odio” continuado por ser una persona con un 47% de discapacidad donde han cuestionado desde que llegó al puesto su profesionalidad y capacidad para tocar el órgano catedralicio con “ataques muy graves”

Desde 2020 este sacerdote granadino Titulado Superior de Órgano por el Conservatorio de Valencia ha sufrido un linchamiento mediático y público donde se argumentaba en su contra “que este hombre tiene un problema ya que le faltan varios dedos de la mano derecha”

Destaca que tanto el cabildo de la catedral de León como el propio obispado leonés nunca han salido en defensa de su canónigo con discapacidad a pesar de los ataques y calumnias recibidas en varias publicaciones y en diferentes círculos sociales y musicales de la ciudad

El canónigo organista Francisco Javier Jiménez Martínez, conocido por su destacada labor en la catedral de León ya que es su organista titular desde 2020, ha levantado su voz para denunciar una serie de actos discriminatorios, vejatorios y de trato injusto por parte de algunos miembros del cabildo catedralicio leonés, así como de otras personas como el antiguo organista Samuel Rubio. Durante tres años, momento en el que comenzaron los ataques mediáticos y públicos hacia su persona “por la discapacidad que presenta en una mano e instigados por intereses personalistas”, el cura Jiménez Martínez ha entregado su tiempo, salud y dedicación en ofrecer una atención exquisita a la música en la catedral, así como a otras responsabilidades y competencias del sacerdocio, logrando importantes logros musicales en tiempo récord para la catedral leonesa como es Ciclo Internacional de Órgano que en tres años ha recibido más de 18.100 personas de público en la propia Catedral.

De hecho, sus éxitos musicales en esta catedral van de la mano del calvario iniciado hace tres años tras su llegada cuando comienzan los ataques hacia su persona, tomando fuerza precisamente ahora y que justifican quizás en parte -porque no ha existido aún argumentación pública por esta decisión-, la negativa del mismísimo Cabildo de la catedral de León para continuar con sus servicios al frente del órgano catedralicio. Diferentes periódicos en 2020 se hacían eco de estos ataques y discriminaciones que podrían estar incluso tipificados como “delitos de odio” hacia las personas con discapacidad, según el artículo 510 del Código Penal, entendiéndose como “delito de odio” según el Ministerio del Interior, “toda infracción penal que surge por prejuicios contra una o varias personas que pertenecen a un determinado grupo social y que viene determinado por la raza, religión, género, edad, ideología, orientación sexual, enfermedad o discapacidad como sería el caso”.

Que se haya producido un delito por alguna de estas circunstancias es lo que hace que se denomine “delito de odio”, ya que hay que dejar claro que estos ataques no van dirigidos únicamente a la persona que ha sido víctima directa del acto, sino que implica todo el grupo o pluralidad de personas del que forma parte, ya que los ataques recibidos en este caso por el canónigo organista Francisco Javier Jiménez Martínez poniendo en duda la profesionalidad para tocar el órgano de la Catedral de León por su discapacidad en una mano, es una discriminación también para todo el colectivo de personas con discapacidad, y especialmente para todas las personas con discapacidad que le afecten manos y brazos, ya que en este caso no destaca que el canónigo es Titulado Superior de Órgano por el Conservatorio de Valencia y está capacitado para tales fines, sino que queda reducido a 

“que este hombre tiene un problema ya que le faltan varios dedos de la mano derecha”.

El 17 de julio de 2020, Voz Populi resaltaba en un artículo de opinión titulado “Para qué sirve un órgano”, las palabras y reflexiones de Luis Algorri que curiosamente es hermano de la que era secretaria del Festival Internacional de Órgano Catedral de León (FIOCLE) que dirigía Samuel Rubio, ex organista de la misma: “Y entonces llegó lo que parece una venganza recalentada a fuego lento durante años. Para suceder a Samuel Rubio, los canónigos de León no eligieron a Di Rosa. Ni siquiera le llamaron. Eligieron, sin molestarse en pedir la opinión del organista saliente, a un cura de Guadix que se llama Francisco Javier Jiménez de 33 años y que acaba de conseguir, hace unas semanas, el título superior de órgano, requisito indispensable para ocupar el puesto. Se lo han dado en el conservatorio de Valencia. Antes lo intentó en Sevilla y Murcia. Le ha costado mucho trabajo conseguirlo porque este hombre tiene un problema y es que le faltan varios dedos de la mano derecha”.

Además, proseguían estas calumnias y ataques justificando por una discapacidad la “especulada” incompetencia y valía musical y profesional del canónigo Francisco Javier Jiménez: “Tiene una gran musicalidad, como se ve en los vídeos que graba desde que era un crío, pero padece una limitación insuperable que le obliga a adaptar las partituras, porque no puede tocar lo que está escrito. Como lo oyen. Los canónigos han sentado ante uno de los mejores órganos del mundo a una persona que no puede tocar dos notas a la vez con la mano derecha. Si eso no es surrealismo, pues ustedes dirán qué es. Su mérito y su tenacidad son muy grandes, porque hay que tenerlos para obstinarse en tocar precisamente el órgano con su discapacidad, pero es un perfecto desconocido que vio el gran órgano por primera vez del día en que tomó posesión de su puesto”. En este enlace se puede leer el artículo donde se vulnera la dignidad de las personas por su discapacidad http://bitly.ws/J2Mz

También encontramos más ataques y calumnias por motivos de la discapacidad que presenta el canónigo organista Francisco Javier Jiménez en la revista musical Scherzo, donde el 7 de julio de 2020 resalta lo siguiente en el artículo titulado “El Festival de Órgano de León se suspende con polémica”: “Detrás de la cancelación del Fiocle se esconde también una agria disputa. Samuel Rubio, organista titular de la Catedral de León desde 1977, se jubiló el año pasado y en su lugar el cabildo catedralicio designó como sucesor al presbítero granadino. Rubio se opone desde entonces a este nombramiento al considerar que no reúne méritos suficientes para ocupar el puesto. Se da la circunstancia de que al no muy amplio currículum como organista, el electo Francisco Javier une otro hándicap que, en opinión de muchos, le invalida para desempeñar en las debidas condiciones su nuevo empleo: le faltan dos dedos en su mano derecha”. En este enlace se puede leer completo http://bitly.ws/J2NY

A pesar de todos estos ataques y calumnias, el canónigo organista Francisco Javier Jiménez Martínez que tiene una discapacidad del 47%, cuenta entre sus logros más destacados la apertura de las puertas de la Catedral de León a los alumnos del Conservatorio de Música de la ciudad, la restauración de las relaciones con el Centro Nacional de Difusión Musical del Ministerio de Cultura, la puesta en marcha del órgano realejo del Museo de la Catedral que había permanecido abandonado durante treinta años, o las tres ediciones del Ciclo Internacional de Órgano con casi treinta conciertos celebrados, o el Curso Internacional de Música Sacra que lleva organizando en tres ediciones con asistencia de alumnos de muchos países: Chile, Ecuador, España, etc. Su incansable esfuerzo y trabajo desinteresado, han sido destinados a enriquecer el patrimonio musical y cultural de la catedral de León de manera clara y argumentada durante los últimos años.

Sin embargo, a pesar de estas contribuciones significativas ya que se pueden cuantificar y evaluar de manera sobresaliente y objetiva, recientemente Francisco Javier Jiménez se ha visto inmerso en “una situación desalentadora y perjudicial” donde se está cuestionando incluso la renuncia al sacerdocio. A pesar de contar con una renovación del permiso por parte del obispo de Guadix para permanecer en León, algunos miembros del cabildo de la catedral han estado posiblemente conspirando para su expulsión, incluso manteniendo reuniones con el ex organista Samuel Rubio, con quien se ha detectado una posible influencia en las decisiones tomadas tras varias acciones de acoso desde medios nacionales e internacionales. De hecho, esta situación tan aberrante y discriminatoria que no hace méritos a su trabajo, ha causado que en los últimos días esté en tratamiento con psiquiatras de la Seguridad Social que le han diagnosticado “mobbing” o acoso laboral.

Estas evidencias y pruebas sugieren claramente que puede existir un “delito de odio” por discapacidad continuado durante tres largos años y que a la postre ha sido un factor determinante en esta situación de exclusión, de consecuencias todavía impredecibles, lo cual es inaceptable y viola los principios fundamentales de igualdad y no discriminación en España. Incluso el propio cabildo, en un intento de complot en toda regla al parecer por la forma de proceder e impedir la propia voz del organista Francisco Javier Jiménez en la reunión de renovación de su plaza ya que debería haber estado presente, convocaron esta reunión en un momento en el que uno de los canónigos que lo apoyaba no estaría presente, privándole así de defensa, voz y voto. De esta manera, Francisco Javier ha sido expulsado del cabildo sin permitirle expresarse y debatir lo ocurrido y le está afectando gravemente a su salud tras sufrir de manera continuada acciones de violencia psicológica injustificada.

Los “delitos de odio” son una infracción castigada con penas de cárcel o multas de 6 a 12 meses y son todos aquellos incidentes prejuiciosos e infundados cuyo fin es hacer efectivo el odio y que se pueden llevar a cabo por hostilidad, menosprecio, humillación, descrédito, discriminación y abuso. Entre los “delitos de odio” por razón o motivos de discapacidad se tiene presente la Convención Internacional de Derechos de las Personas con Discapacidad en su artículo 2 que dice expresamente que “por discriminación por motivos de discapacidad se entenderá cualquier distinción, exclusión o restricción por motivos de discapacidad que tenga el propósito o el efecto de obstaculizar o dejar sin efecto el reconocimiento, goce o ejercicio, en igualdad de condiciones, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales en los ámbitos político, económico, social, cultural, civil o de otro tipo. Incluye todas las formas de discriminación, entre ellas, la denegación de ajustes razonables”.

Por otra parte, la Ley General de los Derechos de las Personas con Discapacidad y de su Inclusión Social define en su artículo 2 F el “acoso como toda conducta no deseada relacionada con la discapacidad de una persona, que tenga como objetivo o consecuencia atentar contra su dignidad o crear un entorno intimidatorio, hostil, degradante, humillante u ofensivo”. Por tanto, el actuar en contra de una persona por el mero hecho de tener una discapacidad, se considera también “delito de odio”. Las personas con discapacidad en un “delito de odio” o discriminación tienen los mismos derechos que cualquiera y se ha de velar por su cumplimiento. Los datos más recientes del Ministerio del Interior muestran que, a pesar de que los datos del año 2020, debido a la pandemia, muestran una disminución de la criminalidad en España de un 17,9 % con respecto a 2019, la denuncia de “delitos de odio” contra las personas con discapacidad aumentaron un 69,2 % en España respecto del 2019. 

Destaca que en todo este tiempo, las instituciones competentes de las que forma parte el canónigo con discapacidad, nunca han salido en su defensa a pesar de los continuos ataques y calumnias recibidas en varias publicaciones y hasta en diferentes círculos sociales, eclesiásticos y musicales de la capital castellanoleonesa. En palabras del propio párroco Francisco Javier Jiménez, “desde mi entrada en León, he sido vilipendiado públicamente por Samuel Rubio sin haberle hecho jamás nada, faltando gravemente a mi honor, sufriendo ataques continuos aludiendo a mi discapacidad en diversos medios de información pública, etc. Esto me provocó entrar en una grave depresión, siendo medicado hasta el día presente. Ni el cabildo, ni la diócesis, ni siquiera el obispo manifestaron jamás una sola palabra en mi defensa, ni desmintieron públicamente ninguna de aquellas publicaciones y afirmaciones, convirtiéndose en sujetos pasivos de esta calumnia y difamación”. 

Con toda esta información y con otras publicadas en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales, como las aparecidas en The Times, El País, etc., y con la motivación de desprestigiar por motivos de su discapacidad al canónigo y Organista Titular de la Catedral de León, Francisco Javier Jiménez, tanto a nivel musical como a nivel incluso profesional y sacerdotal, atacando también de manera indirecta a todas las personas con discapacidad por los argumentos esgrimidos en estas publicaciones y sobre todo a las que pueden tener una discapacidad en las manos, el propio afectado y víctima de esta situación donde los prejuicios y los estigmas todavía de una sociedad hacia un colectivo como es el de las personas con discapacidad están muy presentes y marcados, hace que el propio Francisco Javier se cuestione y pregunte si lo ocurrido es un chantaje en toda regla de Samuel Rubio al Cabildo de la catedral, compartiendo esta carta con el deseo de que se haga pública:

Samuel Rubio se ha salido con la suya

Tres años de trabajo en la catedral, dejando todo mi tiempo y mi salud en una atención exquisita a la música en la catedral, habiendo iniciado un ciclo de conciertos con los mejores músicos del mundo, todo ello en un tiempo récord. He conseguido abrir las puertas de la catedral a los alumnos del conservatorio, que estaban completamente cerradas. He restablecido relaciones con el Centro Nacional de Difusión Musical, relaciones que el antiguo festival había roto por completo. Inicié una orquesta para la catedral que me echó abajo el deán y el director de música, que difícilmente distingue un manchurrón de una corchea. Puse en marcha el órgano realejo del museo de la catedral, que estaba abandonado desde hace treinta años…

He dedicado un esfuerzo ingente, mi trabajo y mi salud por la catedral, sin esperar nada a cambio.

El permiso del obispo de Guadix para permanecer en León concluía el 23 de junio, y el obispo me había renovado ese permiso. Sin embargo, algunos miembros del cabildo catedral, días atrás, han estado reuniéndose con Samuel Rubio para provocar mi expulsión. Yo mismo vi a Samuel Rubio salir de la oficina del deán en varias ocasiones. Ya, con todo organizado, se convocó una reunión de cabildo, de forma bastante violenta, discutiendo fuertemente entre ellos. Me sentí muy mal y me marché del cabildo. Con toda esta horrible artimaña, unos compañeros con los que estuve trabajando de forma pacífica, incluso con gran aprecio, me han hecho “Mobbing”, incluso me han hecho caer en la enfermedad. Tal es el desprecio a mi persona y mi trabajo, que sabiendo que estuve incluso ingresado en el hospital y con un fuerte tratamiento, ni siquiera me han preguntado cómo me encuentro hasta el día presente. La misericordia es un concepto teórico que no se deja ver en estos ¿sacerdotes?. Son sacerdotes porque un día se ordenaron, pero la caridad, la sinodalidad, lo del buen samaritano, no se lo creen en absoluto. Solo piensan en sí mismos y en su prestigio, el sufrimiento ajeno se la trae al pairo. El jueves pasado pedí ayuda al deán para celebrar una misa que, por enfermedad yo no pude celebrar, y respondió con una frialdad absoluta sin preguntar ni siquiera cómo me encuentro.

Éste es el cabildo que tenemos en nuestra Pulchra Leonina (aunque no todos sus miembros). La pulcritud del templo oculta una corrupción moral que nadie conoce, muy probablemente. Jamás me podría imaginar que los sacerdotes pudiesen tratar de una forma tan horrible a un compañero. Muchos de ellos que se la dan de pulcros e íntegros y no les importa en absoluto el sufrimiento ajeno. Algunos incluso me han negado la palabra sin saber por qué. Creo que no merezco este trato en absoluto. El cinismo de Nerón se ha trasladado al cabildo. 

El Sr. obispo ha decidido, con derecho y libertad, escuchar la decisión de una parte del cabildo que, obviamente, me causa un daño y una humillación terrible. Sí es cierto que don Luis Ángel, que es un gran obispo, me ha propuesto quedar en la diócesis atendiendo otras tareas pastorales, pero esto supondría un desprestigio y una humillación a mi oficio musical. 

Como vemos, se antepone la burocracia al evangelio, a la misericordia, etc. Es del todo intolerable que la Iglesia actúe de esta forma. Mi decepción es muy grande, incluso comienzo a desconfiar del sacerdocio.

Obviamente, la reacción de Samuel es comprensible; de recibir cerca de 400.000€ para celebrar un festival de dos semanas a cortarle el grifo, pues se comprende que actúe así. Por cierto, un presupuesto que es en sí una auténtica obscenidad y que jamás han querido dar cuentas públicas de ello. Ya se publicó un artículo en El Mundo sobre esto. Que cada uno haga su juicio. 

Es horrible que la Iglesia esté defendiendo actualmente la sinodalidad y no les importe dejar en la cuneta a una persona que está sufriendo.

Francisco Javier Jiménez Martínez, canónigo organista titular de la catedral de León.

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