Por N. REYNOL
Tras años de olvido, la sociedad ha iniciado un debate sobre la España vaciada, en la que miles de municipios ya carecen, apenas, con vecinos y otros agotan su existencia con la certeza de una próxima extinción. Hasta fechas recientes no ha existido consciencia de la situación o se ha vivido de espaldas a ella, aunque en la actualidad han surgido llamadas de alarma por la despoblación de gran parte de territorios de las diferentes regiones que, además, sufren graves deficiencias estructurales que afectan, incluso, a derechos fundamentales de las personas. Las causas de esta situación han sido varias, pero la emigración se ha convertido en la más importante, alimentada por las aspiraciones de una vida mejor, sin que se hayan promovido políticas para frenar la despoblación de las zonas rurales.
“Solidaridad Intergeneracional” llamó la atención sobre la gravedad del problema en un reciente informe que decía: “… 4000 municipios españoles sufren problemas de despoblación y han experimentado una pérdida importante de habitantes en los últimos años. Además, 1840 localidades ya están consideradas como espacios rurales en riesgo de despoblación irreversible, pudiendo llegar incluso a la extinción. Se trata de pueblos con unas características extremas: 110 habitantes de promedio, densidades de población bajas (4,3 habitantes por km2) y acusado envejecimiento, con edades medias de 60 años”
Llegar a esta situación en número tan importante de localidades solo tiene explicación por las difíciles condiciones de vida a la que han estado y están sometidos sus vecinos. La dureza del trabajo agrícola y ganadero, el envejecimiento, la desigual atención sanitaria, la carencia de lugares de ocio , las insuficientes infraestructuras básicas (vivienda, educación, agua y alumbrado, saneamientos, ….,) impulsaron la marcha de las gentes a las ciudades, aunque también dio lugar al nacimiento de una corriente de simpatía que idealiza el mundo rural y la vida tranquila y sosegada de los pueblos
La despoblación ha afectado a zonas del interior, pero no es un fenómeno exclusivo de las pequeñas poblaciones, también se percibe en ciudades de tipo medio y pueblos de mayor volumen poblacional, que se mantienen por la presencia de los servicios públicos (juzgados, centros de salud, concentración escollar, notaria, registro de la propiedad…), aunque su actividad económica ha decaído de forma significativa y no es previsible un proceso de recuperación y mejora de sus poblaciones
Hace escasas semanas participé en unas jornadas en la que se debatía sobre las condiciones de vida en los pueblos y las alternativas para evitar el abandono y la despoblación. Una parte de los asistentes consideraban que la creación de empleo y la mejora de infraestructuras pondrían límite a esta situación y otros, por el contrario, consideraban que aunque el empleo y el bienestar rural podría limitar el proceso migratorio, no es suficiente para revertir el proceso porque la marcha a las grandes ciudades es mucho más que un motivo para conseguir un empleo digno y una vivienda decente.
El mundo en general está inmerso en un cambio de modelo en el que también la emigración juega un papel fundamental. La vida rural, tal y como la hemos conocido , no tiene futuro, pero seguramente, otra vida será posible con la explotación del turismo rural, el descubrimiento y acceso a la naturaleza, la ubicación de la segunda vivienda y el ejercicio de actividades artesanas y manuales, que se perdieron o están en vías de extinción y podrían ser un instrumento válido para la ansiada recuperación de los pueblos.